El pabellón Guerrer@s Naver@s, de Nava de la Asunción, celebró como si se tratara de una victoria el partido disputado por su equipo ante el Barcelona, en la primera visita de los azulgrana en la Liga Asobal. El resultado final (24-39) pareció ser lo de menos para una afición orgullosa de su club ante un adversario inabordable.
El Nava, que podía reclamar el sello de equipo revelación en su primera temporada en la Asobal, tuvo que rendirse a la evidencia después de casi un cuarto de hora en el que tuteó al Barça jugándole sin complejos. Pero la abrumadora diferencia entre las dos plantillas rompió la balanza y, después de ir doblando en el marcador a su rival, hasta el 19-38, el Barça se dejó ir y permitió al Nava terminar con un buen sabor de boca.
Las tres primeras paradas de Yeray Lamariano desataron el entusiasmo y el Nava jugó con descaro. Los problemas de deslizamiento en la pista, por la condensación, parecieron desequilibrar inicialmente al Barça, pero rápidamente la dirección de Raúl Entrerríos, que alcanzó los 1.500 goles en la Liga con su segundo tanto, y la potencia de N’Guessan marcaron la pauta. Ocho tantos marcó el francés, imparable, en los 18 primeros minutos.
El Nava tuvo oportunidades de contraatacar y buscó insistentemente a su pivote Darío Ajo. Así alcanzó hasta un empate a siete. Pero varios lanzamientos a las maderas y algunas pérdidas de balón le condenaron ante un equipo implacable, que ya en el minuto 24 le dobló en el marcador (10-20), aunque al descanso se llegó con una diferencia de nueve tantos (15-24).
Ambos técnicos cambiaron a sus porteros en la segunda mitad y tanto Ernesto Sánchez como Pérez de Vargas fueron los más entonados de sus respectivos equipos. El navero atajó las primeras acometidas azulgrana, pero sólo pudo diferir unos minutos otro despegue barcelonista. A su equipo pareció agotársele los argumentos ofensivos y Dani Gordo tuvo que pedir tiempo muerto con el 18:33. El Barcelona ejercía ya de trituradora, aun jugando a medio gas. Le bastaba con aprovechar los errores locales.
Pero cuando todo apuntaba a un paseo militar, el Barcelona desconectó prematuramente. Sus ataques perdieron fuerza, Ernesto volvió a tocar balones y sus compañeros decidieron disfrutar de los 10 últimos minutos del partido, en el que lograron un inesperado parcial de 5-1, alargando las posesiones y sorprendiendo a un rival que había bajado la guardia. Ni el Barça quiso arriesgarse a sufrir un mala caída, porque la pista estaba peligrosa, ni los jugadores naveros despreciaron la ocasión de hacer disfrutar a sus seguidores, que se lo reconocieron.